Reforma energética: 3 puntos... y aparte.

Posted on 7:54 by Hugo Triano Gomez | 0 comentarios

Hugo Triano Gómez. 



La verdad sobre la reforma energética es que en el corto plazo nada queda por hacer. Las mayorías logradas por el gobierno federal en el Senado y en la cámara de diputados no hacen pensar en una sorpresa en el escenario, ahora que se están avalando las leyes secundarias. Las pretensiones del gobierno Peñista serán pues realidad en breve. Así se sentenció desde que el constituyente permanente -sin conciencia de su peso específico- le obsequió su aprobación a la reforma constitucional.
Si acaso, si bien le va a los mexicanos interesados en el infructuoso debate, ahí se ventilan casos que solo hacen poner los pelos de punta y generar más incertidumbre ante un escenario que se insiste va porque va, pésele a quien le pese, le guste o no a uno.
Bajo ese esquema los mexicanos parecen tener más conciencia del problema que se avecina con la “ocupación temporal” de terrenos -ya no expropiación- que la ex paraestatal llevará a efecto tras la eventual exploración diseñada para encontrar la mayor cantidad de yacimientos posibles. 
¿Que si cuál es problema en el cambio de términos? Simplemente que una ocupación temporal puede tardar años -muchos- generándole sí pagos a los dueños, pero a la vez ocasionándole problemas que no tendrían más al perder la propiedad (con la expropiación); es decir, con la modificación legal las molestias serán del supuesto “beneficiario” al final del ciclo de vida del pozo o lo que sea que se descubra. 
No importa que se sostenga que este tipo de exploraciones se realizarán más al norte de la república. En Tabasco sin duda, no faltarán los eventos y los protagonistas de nuevas protestas e inconformidades, reeditando la toma de instalaciones, marchas y disturbios conocidos.
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El asunto de la adición aprobada en la cámara de diputados  en las últimas horas también debiera ser de la total atención del gobierno tabasqueño. No solo porque el consejo de administración de PEMEX será ahora el que exclusivamente -sin Hacienda- fije sus tabuladores, estructura orgánica, presupuesto y demás, sino porque también decidirá el destino de los ingresos excedentes, esos que suelen ser esperados acá como agua de mayo y que cada vez se sostiene, vienen a la baja. ¿Es posible acaso que esos 10 consejeros -5 del presidente y 5 “independientes” posean la decencia que en los últimos 7 años ha escaseado a la hora de la retribución a los estados petroleros, en la Secretaria de Hacienda?. Como sea, es ahí en donde parece se definirá la creación o no del fondo petrolero al que le apuesta el gobierno de Arturo Núñez y que le valió desairar a Andrés Manuel López Obrador, quien le sugirió el combate legal de la causa.

Un tercer elemento relacionado a la reforma energética digno de comentar, pero indigno desde su concepción, es la ventilada pretensión del priísmo y el sindicato petrolero de solicitarle al gobierno de Enrique Peña, que asuma como deuda pública los pasivos laborales de PEMEX cercanos al billón y medio de pesos. La pretensión es evidente, buscar “sanear” a la empresa -sin explicar, ni averiguar como se llegó a la situación- con tal de que los que le vayan a invertir no se encuentren la carga, no importa que esta repercuta en las finanzas estatales, pues aceptar la idea redundaría en menos participaciones federales disponibles para repartir y probablemente obligará a los estados a mantener o generar nuevos impuestos. 
¿Qué dirán los gobiernos de las entidades petroleras? ¿Aceptarán el nuevo golpe sin menoscabos? ¿Seguirán pensando que en verdad hay la voluntad federal de apoyarles? ¿Que el diálogo, la retórica y la foto son la vía? La escena parece dar las respuestas por si sola.
Ni que decir del lado moral de la petición. Surgida de la inventiva de Carlos Romero Deschamps y sus huestes, que todos los mexicanos absorban las deudas que Pemex dejó de cumplir sobre liquidaciones, primas por antigüedad, pensiones, apoyos por gas, canastas , aguinaldos y demás de sus trabajadores, no hace como se dijo al principio más que poner los pelos de punta, rascarse la cabeza, si se piensa -claro- en que los que terminarán pagando esas canonjías no las tienen ni las tendrán… seguras.

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